Hoy es día de celebración, de doble celebración a México y para no entrar en discusiones sobre sí hay mucho que festejar o no, he preferido concentrarme en los aspectos de mi país que me parecen celebrables, que son producto de nuestra historia y compleja cultura, como es la maravillosa y deliciosa gastronomía mexicana.
Por eso esta semana me he dedicado a comer, hoy toca festín de garnachas y seguramente un buen pozole, el rey de la mesa de 15 de septiembre. Ese platillo humeante y delicioso, que nos lleva a la gloria cada vez que lo comemos, tiene una historia muy, pero muuuy particular y hoy, como homenaje, la vamos a recordar.
Pozole, significa espuma en náhuatl, porque cuando los granos de maíz se abren, sueltan una especie de espuma que inunda toda la olla. Es un platillo completo caldoso, hecho con carne, maíz reventón y algún tipo de chile sí se quiere rojo. Todo lo anterior se limpia bien y se deja hervir por mucho tiempo, ya en el en tazón individual se corona con diversas verduras picadas y especias.
Un buen pozolito, con cebollita, rábano, lechuga, orégano, jugo de limón y una buena dosis de chile piquín para los valientes, es un platillo de reyes, nada más habría que preguntarle a Moctezuma. Este plato es completamente prehispánico, en ese momento era considerado sagrado, ya que era preparado en honor del dios Xipe. Se cuenta que en el festejo, Moctezuma pedía que le preparan un pozole, pero hecho con los muslos de las chicas o muchachones elegidos, para ser sacrificados en honor al dios. Una historia un poco tétrica, pero no olvidemos meternos en el contexto.
¿Se les antoja un pozolitoooo?
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